(Publicado originalmente en mi blog personal Fosforescencia el 25 de enero de 2015)
Las curaciones requieren, entre otras cosas, paz y tranquilidad.
Las heridas superficiales y las picaduras de mosquito deben dejarse ser. Debe la piel regenerarse por sí sola bajo los ojos pacientes del cuerpo que cubre.
Las curaciones inician desde la desinfección de la herida; no espere a que una cortadura, por ejemplo, sane bien o rápido (cual sea su prioridad), si al momento de romperse la piel quedan residuos o partículas sucias que la irritan más. El pus es una de las reacciones del cuerpo ante esta irregularidad, pero no es la única. Hay picazón, dolor, vergüenza e incertidumbre de por medio.
En los mejores casos, la herida puede lavarse inmediatamente después de aparecer. Hágalo. Lave y mate las bacterias con alcohol. Cubra, olvide y piérdala de vista hasta que desaparezca en silencio, a menos que quiera tocarla de vez en cuando, aunque eso no es recomendable o evitable. No la exponga al sol a menos que quiera una cicatriz. Es posible querer una cicatriz, como un souvenir de la experiencia.
Mírese el cuerpo y trate de recordar de qué espacio de su piel ha brotado sangre alguna vez. Trate de recordar si dolió o si ni siquiera se había dado cuenta de la herida hasta que por casualidad vio una mancha roja en algún lugar. Trate de recordar cómo sucedió. Es posible que no pueda porque la caída o la punción fue repentina y en realidad no sabe qué pasó. Deje de intentar reconstruir los hechos. Siga viviendo.
